miércoles, 12 de marzo de 2014

TODOS LOS CAMINOS LLEVAN AL MAR

"I left my heart in San Francisco. High on a hill, it calls to me. To be where little cable cars climb halfway to the stars" Estas estrofas de la canción de Tony Bennett describen a la perfección lo que he sentido al irme de San Francisco, pero hay que empezar a contar las historias por el principio.
El viernes 7 de marzo despegaba un avión desde Lexington, Kentucky, con destino a Chicago, y desde Chicago otro a San Francisco, en ambos aviones iba yo, dispuesta a pasar un fin de semana inolvidable en California, pero en vez de eso, me encontré con un trocito de "casa" en el Pacífico, me encontré con una ciudad europea en Estados Unidos, me encontré con que un pedacito de mi corazón se quedó en San Francisco, esperando a que en un futuro recorra sus calles de nuevo, que pasee por el Golden Gate o que suba sus interminables cuestas, que vuelva a respirar ese aroma a sal, a pescado, a marisco, ese aroma que después de tanto tiempo he vuelto a oler. La brisa del mar, las gaviotas. Porque cuando viajas pasan cosas, cosas puntuales, que a veces, duran para toda la vida. Esos detalles, esos olores, el tacto de la madera en el muelle, el color verde de los campos, de las montañas en contraste con el azul del Pacífico, esas cosas, nunca mueren, se quedan en tu memoria, y nunca, nunca, se olvidan. Fue uno de los mejores fines de semana de mi vida, con sabor a poco, pero que me han ayudado a recordar que mi lugar está al lado del mar, que ese olor a pescado podrido que a la mayoría de la gente le produce nauseas, a mi me recuerda que estoy en casa, que el azul del mar y el azul del cielo son los colores más bonitos del mundo, que siempre está esa pregunta de a dónde van  barcos al cruzar la línea del horizonte. La arena en los pies, el sol en el cuerpo. A mucha gente le parece algo inalcanzable, pero yo lo tengo, lo que dejé atrás es todo eso.
Algunas veces quiero seguir adelante lejos de Coruña, lejos de Galicia, de España, y me considero capaz de hacerlo, pero tendría que ser en un lugar que me pueda recordar a casa, un lugar, en el que haya dejado un pedacito de mi corazón.

Panorámica de San Francisco


En el puerto



Calle Lombard desde el final de la cuesta

Golden Gate





Dicen que el hogar está ahí donde está el corazón, yo me he dejado el corazón en San Francisco.



2 comentarios:

  1. Hola Cristina, soy Mª Carmen (Santiago de Compostela), a punto de acabar tu aventura americana decirte que voy a echar de menos leer tus experiencias y viajes relatados de una manera... que me tienes "impresionada" (de vez en cuando hablo con tu madre, por lo que sé que estás encantada viviendo ahí). Te deseo lo mejor; hasta pronto, Mª Carmen.

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    1. Si que estoy encantada. Cuando vuelva tenemos que quedar y ponernos al día.

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